La vida de una doctora en medio de esta pandemia| COVID-19





Hola, hoy te voy a contar, acerca de una de las tantas voces qué resuena entre el eco de la pandemia, una colega, médico, que entre todo el revuelo que ha tenido el mundo por el nuevo coronavirus, se toma un tiempo para contarnos como ha estado sobreviviendo este caos. 

Ella es Silvia Castelletti, del Centro de Arritmias Cardíacas de Origen Genético, en Milán, Italia. 

Ella escribió "Un cambio en la línea del frente" y la New England Journal of Medicine publicó su anécdota, que bien podría ser en Italia, en México o en cualquier hospital qué este sobreviviendo esta contingencia. 

"Acabo de terminar el turno de noche en la sala con los pacientes con COVID-19 . Me miro en el espejo: tengo una C en la nariz por el respirador N95 que uso todo el tiempo, marcas profundas en la cara dejadas por las bandas elásticas; mis ojos se ven cansados, mi cabello está húmedo por el sudor. Ya no soy médico ni mujer, ahora solo soy médico, un soldado en la guerra contra el virus.

Antes de comenzar mi turno, tengo que ponerme el equipo de protección: es cuando me sube la adrenalina: estás en la habitación con tus colegas, tratas de hacer una broma, pero nuestros ojos reflejan nuestra angustia por protegernos adecuadamente mientras repasamos correctamente todos los pasos de para ponerse bien el EPP: primer par de guantes, bata, segundo par de guantes, lentes protectores, gorro, respirador N95, careta protectora, zapatos, fundas para zapatos ... y cinta adhesiva para mantener todo sellado. La persona que te ayuda a vestirte escribe tu nombre y tu papel en la bata de laboratorio con un marcador rojo, porque cuando estamos tan disfrazados nadie reconoce a nadie más. Y cuando tu compañero dice "Listo", es hora de entrar a la sala.

Me siento como un soldado a punto de saltar de un avión, esperando que mi paracaídas se abra: espero que la N95 y mi equipo me proteja, que los guantes no se me rompan, que nada "sucio" entre en contacto con mi cuerpo.

Entrar en la sala es como entrar en una burbuja: todos los sonidos son amortiguados por el pesado equipo. Durante los primeros 10 a 15 minutos no puedo ver nada porque mi aliento empaña la careta protectora hasta que esta se adapta a mi temperatura corporal así haata que empiezo a ver algo entre las gotas de mi respiración condensada. Entro, esperando que las cubiertas de mis zapatos no se salgan como de costumbre, y comienza mi turno.

Voy y tomo los pendientes de mis compañeros agotados del turno anterior. Hay un teléfono que se utiliza para recibir instrucciones especiales sobre hospitalizaciones del coordinador regional del sistema de salud; Espero que no suene a menudo y que las hospitalizaciones hoy sean pocas. Mis compañeros y yo nos dividimos los pendientes para comenzar el pase de visita: el paciente joven que estaban a punto de intubar el otro día está mejorando, el anciano está muriendo, la monja sigue luchando y la enfermera de su hospital no está bien. ... Veo caras que no conozco y otras que conozco muy bien, las caras de las personas que trabajaban por mi barrio hasta hace solo un par de semanas.

Es sorprendente lo rápido que todo ha cambiado. Mi rutina se siente tan lejos. Echó de menos las guardias en urgencias porque, en comparación con esto, parecen fáciles. Pasan las horas y me duele la nariz cada vez más, el respirador me corta la piel y no puedo esperar para quitármelo y finalmente poder respirar. Respirar. Es lo que todos queremos en estos días, médicos y pacientes, enfermeras y trabajadores de la salud. Todos nosotros. Queremos aire.

Finalmente, llega el final de mi turno, 8 horas cada vez más largas e infinitas por la sed, el hambre y la necesidad de relajarse, cosas que no puedo hacer cuando estoy de servicio: beber, comer o ir al baño significa quitarse el equipo de protección. Demasiado arriesgado. Y muy caro. El equipo de protección es valioso, y quitarlo significa tener que reemplazarlo, lo que reduce la cantidad disponible para mi y mis colegas. Tento que ser ahorrativa, tengo que resistir y usar un pañal que espero no tener que usar porque mi dignidad y mi estado psicológico ya están lo suficientemente comprometidos por mi trabajo que estoy haciendo, la mirada en los rostros de los pacientes, las palabras de sus familiares cuando los llamo para actualizarlos respecto al estado de salud de sus seres queridos. Algunos me piden que le desee un feliz día para su padre, otros que le digan a su madre que la aman y que le den una caricia ... y yo hago lo que me piden, tratando de ocultar a mis colegas las lágrimas en mis ojos.

Llega el final del turno, llegan refuerzos, otros compañeros se hacen cargo. Les das tus pendientes, las cosas que hacer, las cosas que no se deben hacer. Puedes irte a casa, pero primero debes quitarte las protecciones y debes tener cuidado, cuidado con cada movimiento que hagas. Quitarse el equipo de protección es otro ritual que debe realizarse con calma, porque todo lo que llevo puesto está contaminado y no debe entrar en contacto con mi piel.

Estoy cansada y solo quiero irme a casa, pero debo hacer un último esfuerzo, concentrarme en cada movimiento que hago para retirar todas las protecciones. Cada movimiento tiene que ser lento. Finalmente puedes quitarme el respirador N95, y cuando me lo quito, siento un dolor punzante por los cortes sangrantes que hizo en mi nariz. Pero al menos soy libre. 

Me cambio de ropa en el vestidor, salgo del hospital y respiro profundamente. Entro en mi coche. Cuando llego a casa tengo que estar atenta nuevamente. La entrada de mi casa ya está preparada como el área en que me pongo el EPP del hospital porque no puedo arriesgarme a contaminar mi casa. Me desnudo, pongo todo en una bolsa de plástico y rápidamente tomo una ducha caliente: el virus puede sobrevivir en mi cabello, por lo que debo lavarlo a conciencia.

Se acabó. El turno ha terminado, la pelea acaba de empezar."




Comentarios

Entradas populares de este blog

Escala de Coma de Glasgow (GCS) 2020

ATLS, Valoración inicial del paciente politraumatizado | Urgencias

ABCDE de la medicina según ATLS | Urgencias